De: mateocabello

10 14 pm

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Categoría: Fotografía

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Apertura:f/9
Distancia focal:170 mm
ISO:200
Obturación:1/0 segundos
Cámara:Canon EOS 350D DIGITAL

Ya está: se ha acabado el verano. Oficialmente fue algo así como hace un par de semanas. Pero al igual que me ocurre casi siempre, mi cabeza se resistía a aceptar que los días largos y con luz, incluso que el cierto calor del que hemos disfrutado este año en Inglaterra, se habían ido para no volver en mucho tiempo. Pero ya no puedo negar más la evidencia. Hoy, al salir de la oficina hacía un frío helador y un viento que arrastraba gotas de lluvia… Pero lo peor es que era casi de noche. Tan oscuro que he tenido que mirar el reloj un par de veces a ver si es que me había equivocado y me había quedado trabajando más ratp de la cuenta. Afortunadamente no era así: simplemente ocurre que cabalgamos a toda velocidad hacia el invierno… y cuando de aquí a un par de semanas corten una hora de luz, ya ni te cuento…

Siempre me ocurre así: el paso del verano al otoño, de la luz a la oscuridad, del calor al frío, me pilla descolocado año tras año, de sopetón. El resultado es que me paso varios días con el paso cambiado, con ropa de medio verano cuando ya hace frío. Mis peores resfriados son siempre en octubre. Por imbecil.

Luego reconozco que pasada una semana o así me acostumbro. Incluso le pillo el gustillo a eso de que sea de noche desde las cuatro de la tarde. Le cojo cariño al abrigo, a los guantes, al equipo completo de gorro, protección para el cuello, luces y cosas reflectantes para la bici. Me gusta ver la lluvia helada espachurrarse contra los cristales teniendo la sensación de que uno está protegido y calentito dentro de casa. Y la verdad, disfruto como un enano comiendo castañas y boniatos, quizás porque me recuerdan siempre a los otoños de mi infancia. Y si, ya se que hoy en día se pueden comer castañas y boniatos todo el año, pero la verdad, en mayo o en abril, no saben igual que en una tarde de domingo bien fría a finales de octubre.

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